GASTON ESPINOSA GLZ.
La renuncia al PAN de Ubaldo Guzmán Quintero es un golpe duro para el partido. No se trata de cuántos se van con él, sino la calidad de quien se va.
Ubaldo fue el primer alcalde panista de Tamaulipas, en los tiempos en que ser de oposición era vivir bajo el constante terror político del Gobierno. Como presidente municipal hizo un buen papel, sobre todo en la zona temporalera en donde aún se le recuerda con afecto.
Fue diputado local y regidor en momentos en que el panismo se abría a la sociedad y recibía gustoso tanto a ex perredistas como priistas que no hallaban cobijo en esos partidos. Contendió en la elección interna de su partido para la candidatura a presidente municipal de El Mante para el periodo 2002-2004, sin embargo fue derrotado por Fernando Pedraza Chaverri, marcando con ello su declive político.
Virginia García Pedraza, Samuel Castro Morales y ahora Enrique Murillo, se encargaron de hacerle la vida de cuadritos dentro del partido, eran constantes los reportes en su contra ante el CDE por sus declaraciones en donde daba cuenta de las andanzas y tropelías de sus dirigentes en turno. Nunca tuvo pelos en la lengua, por eso resultaba incómodo para los nuevos “cuadros” de Acción Nacional que hoy por cierto deben respirar tranquilos pues lo que siempre buscaron era su expulsión.
Y lo explica así en su carta:” ¿Por qué considero que mi ciclo como panista ha terminado? Porque desde hace varios años los Directivos del Comité Municipal no me han permitido ocupar un lugar en dicho Comité; en los dos últimos procesos electorales locales por diferentes motivos se me impidió ser candidato a la presidencia municipal, inclusive algunos directivos trataron de ponerme una mordaza por mis declaraciones dirigidas a los medios de comunicación, inclusive recibí amenazas de sanciones y expulsión.
Finalmente en el Comité Municipal se perdieron los valores éticos de la política democrática, y toda persona, a pesar de no ser miembro del partido, con solo llevar dinero compra finalmente la conciencia de una mayoría de malos panistas, y se convierte en candidato al puesto deseado. Por veinticuatro años entregue todo mi esfuerzo y dedicación al PAN, siempre con un alto espíritu cívico y respeto a la dignidad de la persona humana, me voy con mi auto-satisfacción del deber cumplido, tranquilo y sin rencores”.
Lo mejor para Ubaldo, un abrazo fuerte, pues su decisión no debió ser sencilla, ya que cede ante los intereses perversos, deja el camino abierto a los oportunistas y gambusinos, a esos a quien siempre criticó. Adiós a la conciencia del panismo en El Mante.